Basado en las publicaciones de Viridiana Mendoza y Ligia Cárdenas, 12.08.2.022
Procrastinar es posponer una tarea necesaria e importante, y reemplazarla por otras, más simples y agradables, hasta que esto se vuelve un problema.
La procrastinación no es holgazanería, es un déficit de regulación y de competencias emocionales, con tres fases:
- Te sientes incómodo ante lo que debes hacer.
- Tu cerebro busca aliviar esa sensación con otra tarea que no es prioridad.
- Tu cerebro almacena el pendiente como una actividad dolorosa y busca distractores.
El consejo es congelarte y no iniciar otra actividad: Si tu mente quiere irse a las nubes por un momento y no es posible avanzar, está bien. Pero NO hagas nada más en su lugar.
En la primera fase percibes ansiedad o incomodidad ante esa “actividad-que-hay-que-hacer”.
En la segunda, como reacción lógica, tu cerebro busca aliviar esa sensación con alguna otra tarea. Por eso, te vuelves sumamente productivo en otras actividades, que no son prioridad en ese momento.
En la tercera, tu cerebro almacena esa “actividad-que-hay-que-hacer”, la etiqueta como dolorosa y busca más distracciones, o alguna razón lógica que explique por qué la aplazaste. Aparecen en ese momento todas las excusas reconfortantes: “mañana será otro día”, “era muy importante contestar ese correo”, “la reunión era inevitable”, etc.
Cuando vuelves a recordar esa tarea o actividad pendiente que procrastinaste en un inicio, te genera culpa o remordimiento y vuelves al punto de partida…
En consecuencia, congélate!
Si no estás trabajando en esa actividad, entonces NO puedes hacer absolutamente nada más, detente y congélate. Si tu mente quiere irse a las nubes por un momento y no es posible avanzar o empezar con esa tarea, está bien. Pero NO hagas nada más en su lugar.
De esta forma lograrás ser mucho más disciplinado: si no haces lo que debes de hacer, no estarás haciendo las otras cosas que te sirven de coartada.
Cuando sigues esta estrategia, dejas de volverte productivo en otras actividades, lo que te empujará a hacer y terminar esa actividad pendiente que procrastinas.
Parece que es una pérdida de tiempo, porque no estás haciendo absolutamente nada, pero, en realidad, es un entrenamiento para tu cerebro.
De esta forma vas consolidando el autocontrol y cuándo tengas algo que hacer, simplemente lo harás, sin procrastinar.
Es como un fuerte rompe olas para la procrastinación y para las distracciones.
Salvador Sanchis, 12.08.2.022.